Los restantes años de su vida, que transcurrieron todos en España, fueron para Hernán Cortés un tiempo difícil en el que se vio envuelto en una serie de litigios y agobiado por el nunca terminado juicio de residencia. Con intención de regresar a México, llegó a Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, donde dictó su testamento. El 2 de diciembre de 1547 murió a la edad de 62 años. Le sobrevivieron su mujer, sus hijos Martín y Luis.
Trasladados sus restos a los conventos franciscanos de Tezcuco (1562) y Ciudad de México, desaparecieron en el año 1823 de este último lugar.
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